Cuando a un freelance le toca la «lotería»
¿Te imaginas encontrar un cliente que te contrate un volumen fijo de trabajos, con los cuales tengas garantizado que cada mes podrás facturar 300, 500 o 1.000 euros? Puede que pienses: «¡Qué maravilla, ojalá me pasara a mí eso!». Desde luego, la perspectiva de poder planificar tu trabajo con antelación y asegurarte unos ingresos fijos es muy tentadora.
En un entorno de encargos mal pagados, competencia encarnizada y clientes caraduras, para un freelance encontrar un buen cliente fijo es casi como que te toque la lotería. Pero los grandes clientes también pueden convertirse en una trampa que ponga en peligro tu negocio.
Voy a contarte dos experiencias que he tenido con grandes clientes.
Mi primer gran cliente: la suerte del principiante
Cuando empecé a trabajar como redactor freelance en 2006, solo tenía algunos encargos esporádicos de empresas para las que había trabajado en mi etapa como empleado. Así que me puse a buscar clientes frenéticamente, con las técnicas de venta a puerta fría que explico aquí.
Un día visité una web que vendía software relacionado con el marketing y las ventas. Tenía un blog con artículos sobre estos temas bastante mediocres, que al parecer «fusilaban» de libros clásicos del sector. No eran buenos textos, ni estaban optimizados e incluso contenían faltas.
Así que mandé un correo electrónico a la dirección de contacto de la página para ofrecer mis servicios como redactor freelance. No esperaba que me contestaran, pero tuve suerte: en seguida me respondió la responsable de la empresa y me pidió una propuesta para redactar 20 artículos breves de unas 300 palabras y 2 artículos largos de unas 600 palabras, cada mes.
Yo era un redactor novato, creo que nunca antes había preparado un presupuesto. Así que me puse a hacer mis «cuentas de la vieja» para sacar un precio para cada tipo de artículo, luego lo multipliqué por el número de artículos, lo sumé todo… ¡y salió un presupuesto bastante elevado!
Como no tenía referencia de si era mucho o poco (en 2006 no conocía a nadie que compartiera información de precios y tarifas de redacción) mandé alegremente mi propuesta al cliente…
¡Y la aceptaron!
No hay que decir que me puse contentísimo. Durante años, estuve enviando mis artículos cada mes, y me pude dar el lujo de seleccionar los otros trabajos que aceptaba, con la tranquilidad de saber que aunque rechazara algunos, siempre podría pagar mis facturas al final del mes.
Pero no todo era tan bonito como puede parecer:
- Se me agotaron las ideas: al principio, encontrar temas para los artículos era fácil: ¡el mundo del marketing y las ventas parece infinito! Pero después de escribir más de 250 artículos al año, se me empezaron a acabar las ideas e incluso me repetí algunas veces (sin querer). Hacer una propuesta de temas original para cada entrega mensual se convirtió en una pesadilla.
- Disminuyó mi motivación: los primeros años, dedicaba casi dos semanas a escribir y revisar los artículos mensuales; los últimos años, los liquidaba en una semana, a veces en dos o tres días. Podría decir que era porque tenía más experiencia y por tanto escribía más deprisa y mejor; pero también he de reconocer que mi interés por estos encargos era cada vez menor.
- El cliente empezó a recortar: no puedo decir nada malo de este cliente, sin duda es el mejor que he tenido. Serios, profesionales, buenos pagadores. Pero, con el paso del tiempo, su estrategia de contenidos varió y de los 22 artículos iniciales pasamos a 15, luego a 12, después empezaron a reciclar algunos artículos antiguos para ahorrar costes…
Y un buen día se acabó.
Cuando mi mejor cliente me notificó, con un mes de antelación, que iba a dejar de contar con mis servicios de redacción, el mundo se me vino encima. Me angustié por perder la única fuente de ingresos estable que tenía, pensé que era culpa mía, que lo había dejado perder…
Pasé una mala racha, pero seguí adelante. Y encontré a mi segundo mejor cliente.
Diego di Santiago
16 diciembre 2020 at 00:03¡Saludos Roger! Qué buen artículo, me reí mucho con lo de las «cuentas de la vieja». Me parece valiosísima tu historia.
Por mi parte, hace algún tiempo que incursioné en el mundo de la redacción freelance. Aún tengo mucho que aprender, así que seguiré al pendiente de tu blog. Un saludo 😀
Roger Garcia - Redactor Freelance
16 diciembre 2020 at 09:34Encantado de saludarte, Diego, y me alegro de que te haya gustado el artículo.
Nunca he sido muy bueno con las matemáticas, pero con el tiempo te acabas dando cuenta de cuándo estás haciendo el “primo”…
Aprovecho para invitarte a registrarte en el Directorio de Freelance para ofrecer tus servicios y que los clientes puedan encontrarte:
https://www.redactorfreelance.com/registrate/
Es gratis, tardarás un minuto y así también tendré tu ficha por si puedo recomendarte en algún proyecto.
Saludos