Hace menos de 20 años, cuando no estaba tan de moda el copywriting que tanto buscan ahora los sitios web para vender sus productos, uno podía vender un texto a unos 80 dólares por página y media (unas 1.500 palabras), con unos 50 dólares extra si se acompañaba al documento con fotografías. Ahora te pagan, al menos en los periódicos, cuando mucho, 60 dólares por ambas cosas. Si se trata de algo más especializado (un reportaje o una crónica con reporteo especializado), te pagan -en promedio- de entre 75 a 80 dólares. Si se trata de un texto más lúdico, el pago va de 15 dólares por un texto de 800 palabras y 20 dólares si éste tiene entre 800 y 1.500 palabras. Así está el mundo.
Requisitos legales y certificaciones
Por otro lado, no existen requisitos legales para trabajar como redactor freelance en los Estados Unidos. Solo hay que pagar impuestos y realizar la declaración fiscal anual correspondiente. Cosa distinta es si uno es inmigrante con visa temporal o estudiante internacional. Si no se cuenta con permiso de trabajo y residencia permanente, ciertas leyes impiden que uno pueda ganar más de 12.000 dólares al año o trabajar más de 20 horas a la semana, aunque sea un trabajo de salario mínimo. Por si se lo están preguntando, el salario mínimo es de 7 dólares con 25 centavos la hora. Un trabajador de McDonalds comienza ganando 8 dólares la hora sin necesidad de ir a la universidad.
Además, hay que advertir que este es el país de las certificaciones. Algunos empleadores ponen como requisito, al solicitar un trabajo, tener una certificación oficial de alguna asociación local, estatal o federal. Valga decir que una certificación de estas puede valer miles de dólares… y eso que no se trata de los títulos oficiales ofrecidos por las universidades públicas. Para muestra, en estos días estoy sopesando obtener una certificación como intérprete médico de español/inglés, ofrecida por la Universidad de Texas en El Paso (UTEP), a un coste de 2.395 dólares. Todavía estoy juntando esa plata y, en el camino, sigo evaluando si vale la pena invertir tanto por algo que no sé si mejorará mis oportunidades laborales en el futuro. Hasta ahora, no me ha ido tan mal.
Cómo conseguir clientes de redactor
Al igual que en cualquier otro país, lo más complicado de trabajar como redactor freelance en Estados Unidos es conseguir clientes. Mi primer cliente me llegó de pura casualidad. Un día estaba viendo la sección publicitaria del periódico para el que trabajaba y me encontré con un anuncio de una compañía de publicidad que se acababa de cambiar el nombre y también había decidido expandirse hacia otras ciudades aledañas. Mientras leía, mis antenitas se pusieron en alerta y decidí escribir un correo electrónico a la empresa en cuestión. Básicamente les felicitaba por su nuevo impulso y me ponía a las órdenes con mis servicios, hablándoles acerca de mi persona como redactor y como profesional de las letras, asegurándoles que en mí podrían encontrar a un profesional que era dueño de un vasto conocimiento del idioma español.
Siendo ellos una empresa anglosajona en El Paso, Texas, una ciudad donde más de la mitad de la población habla español, mi mensaje llegó a buen puerto. Por los siguientes tres años trabajé junto con ellos, mano a mano, traduciendo y redactando todo tipo de documentos, desde eslóganes publicitarios hasta manuales laborales. A partir de ahí, mi cartera de clientes empezó a crecer, gracias a una simple táctica: saludar a cada hijo de vecino para que sepa quién eres y qué servicios ofreces.
Durante este tiempo he aprendido sobre la importancia de no quedarte callado y salir a buscar clientes, siempre con la mente puesta en un pensamiento: de cada 10 puertas que toques, al menos una responderá. Y aunque suene a muy poco, esa única persona que te abre las puertas es la que te dará la entrada de dinero que tanto buscas. Y es que este oficio de redactor es como un apostolado: o lo haces porque te gusta o no lo haces.
Cuando empecé yo no tenía idea de cuánto cobrar, siempre había trabajado para alguien. Por suerte una de las primeras personas con las que yo tomé contacto en esta agencia de publicidad, se volvió mi mentor. Fue quien me dio algunos consejos sobre cuánto cobrar y también me dijo que no debía de cobrar barato, que debía valorar el conocimiento que yo tenía. Así, empecé cobrando entre $70 y $80 por hora, a veces más, a veces menos, dependiendo del proyecto. Con el paso del tiempo logré cobrar cerca de $4000 por un trabajo.
Debo advertir, eso sí, que uno se puede volver muy avaro, caer en el lado oscuro, obnubilado por el ego de tu buena suerte, porque, una vez te haces de cierta reputación gracias a tu buen trabajo, puedes llegar a cobrar lo que pidas. Pero, cuidado, esa misma libertad será la que te deje sin clientes, al razonar que te están pagando más que si tuvieran un redactor en plantilla. Y entonces, puede que decidan incorporar a alguien y dejar de trabajar con el freelance. La lección de todo esto es nunca dejes de cobrar un precio digno por lo que sabes hacer, pero que no se te suba a la cabeza, siempre hay alguien dispuesto a hacer el mismo trabajo cobrando menos dinero. ¡De estos redactores “bien intencionados” está lleno el camino de sitios como UpWork!
Organización, paciencia y perseverancia
Otra cosa que aprendí es la necesidad de ser organizado. Creé hojas de facturación, tarjetas de presentación y una
página web. Les saqué provecho a Google Docs y Google Sheets porque se pueden compartir con todo mundo y trabajan muy bien con funciones de dictado, además de que guardan la información en automático y no hay que temer colapsos de tu computadora nunca.
También elaboré
formularios de solicitud de servicios que daba a los clientes para saber qué querían con exactitud (a veces me pedían ser más creativo o no usar ciertas palabras o emplear un tono de voz en el texto y tenerlo por escrito me servía de guía), elaboré machotes de presupuestos, me inscribí en hacienda, descargué y aprendí a usar aplicaciones como Venmo, PayPal y Square.
De igual modo, aprendí que los pagos por los servicios de redacción nunca llegan antes de los 30 días, que algunos clientes regatean y te aseguran que tienen parientes que podrían hacer este trabajo por un precio muchísimo menor que el tuyo, que hay clientes que te pagan la mitad del dinero pero nunca terminan de cancelar el valor total del trabajo, e incluso que hay empresas que utilizan a otros editores que leen tu trabajo y que estos determinan si has hecho o no una buena redacción.
Pero bueno, ante todo, descubrí que este oficio es como pescar en el mar, que toma tiempo conseguir clientes, que durante semanas suele no llegar ningún trabajo, pero que, de repente, suena el teléfono o llega un correo, y ese trabajo que te envían, o te solicitan, te hace ganar en un par de días lo que podrías haber ganado en todo un mes trabajando en plantilla para una empresa.
Descubrí que hay que tener paciencia, que no hay que dejar de tirar carnadas al mar, que de todos los peces que pululan en el océano de las empresas, al menos uno anda deseoso de comerse el anzuelo de tus servicios.
¿Qué te parece lo que nos cuenta Diego sobre el trabajo de redactor en Estados Unidos? ¿Encuentras muchas diferencias con tu país?
Santiago
15 marzo 2024 at 14:49Me gustaría trabajar como redactor
Roger Garcia - Redactor Freelance
15 marzo 2024 at 15:08Hola Santiago:
Gracias por tu mensaje.
Respecto a tu consulta, si quieres trabajar como redactor freelance, te recomiendo empezar por leer los consejos que encontrarás en este enlace:
https://www.redactorfreelance.com/trabajar-como-redactor/
Espero que esta información te sea útil y aquí estamos para cualquier otra cosa que necesites.
Saludos