Llevo dedicándome al marketing digital cosa de tres años y cuando llegué las cosas eran muy distintas a lo que veo ahora. Todo lo que expongo en este artículo es una opinión totalmente subjetiva. Para formarla me he basado en lo que he ido viendo a lo largo de mi periplo en el marketing online, en el que me ha dado tiempo a trabajar de consultor SEO, de redactor y de copywriter.
Dicho esto, ¿a qué me refiero con que el SEO ha muerto y el futuro será nuestro? Lo que quiero decir es que los redactores cada vez seremos más imprescindibles para que una página sea tenida en cuenta. Para ello, debemos tener en cuenta que Google se encuentra actualmente en pleno proceso de aprendizaje. ¿Y cómo aprende Google? Lo hace sobre todo con el contenido de las páginas y con las imágenes.
Con el contenido de las páginas
Cuando hacemos una consulta, Google nos muestra diez resultados orgánicos en la primera página y entramos en el que queramos. Tenemos la opción de irnos nada más entrar cerrando la pestaña, volver a la página de búsqueda para elegir otro resultado o quedarnos navegando en la web.
Google premia o penaliza la página en función de nuestro comportamiento. Si entiende que nos ha gustado la primera página en la que hemos entrado, premia a esa página. Si hemos salido nada más entrar, la penaliza. Si solo lo hace un usuario da igual y no importa, pero varios miles comportándose de la misma forma sí que son una razón de peso para el buscador más utilizado del mundo.
¿Y qué pasa si además, Google conoce un poquito a los usuarios que realizan estas acciones?
Hoy en día estamos inevitablemente conectados a la red. Nuestros teléfonos delatan lo que nos gusta ‒y con ello, lo que nos deja de gustar‒, nuestra localización, los sitios a los que vamos o los escaparates en los que nos detenemos a mirar. Ya puedes tener los permisos desactivados, que con que tengas una app mínimamente descontrolada, estás en el ajo. Y como además navegues con Chrome o con tu cuenta de Google iniciada, lo que ves en el ordenador también se queda registrado.
Ahora supón que Google monitoriza todas estas cosas y las ensambla. Que se crea un perfil de nuestra persona y que lo va perfeccionando con el paso del tiempo. Nuestras acciones, las páginas que visitamos, lo que buscamos en Maps, los vuelos que miramos para irnos de vacaciones, los periódicos en los que pasamos más tiempo, las personas con las que estamos, los mails que recibimos…
Google nos conoce mejor de lo que suponemos y, con esta información añadida, nuestras acciones tras realizar una consulta en el buscador tienen mucho más valor para ellos.
Nosotros ‒vosotros los lectores y yo‒ no somos muchos y total, podemos pensar que poco va a aprender. Es como el que no va a votar porque se cree que no va a cambiar nada. Pero Google sabe que Internet es un recurso cada vez más socorrido por el mundo y que el empleo de los teléfonos móviles va a más. Así que saca todo el partido que puede y nos tiene en cuenta a todos.
El año pasado, «todos» se tradujo en dos trillones ‒americanos‒ de búsquedas según Search Engine Land. Los trillones americanos llevan doce ceros después del uno. ¡Imaginad lo que estamos enseñándole a Google con nuestra actividad en la red!
Con las imágenes específicas
¿Sabes qué son los captchas? Se trata de esas imágenes que te aparecen al registrarte en un servicio online y que sirven para comprobar que eres un humano y no una máquina. O al menos eso dicen…
Por que resulta que los captchas, además de para repeler a los bots, también sirven para que Google aprenda a leer imágenes.
Supongamos que estamos navegando por un sitio y nos salta un captcha con un número de portal, en este caso el 8 de color blanco sobre fondo azul. Entonces le decimos que es un 8. Luego va otro usuario y con el mismo captcha dice que es un 8. Bien, coinciden. Pero luego llega un tercero y dice que es un 6; experimento fallido.
En cambio, si vamos diez usuarios distintos y decimos que es un 8, Google se guarda la respuesta. Para esa foto, diez personas de carne y hueso han dicho que es un 8. Ahora Google repite este experimento con varias decenas de miles de grupos cada día y el mismo 8 el captcha lo muestra desde otro ángulo. Repite, repite, repite… Y cada vez que valida, aprende.
Aprende que estas combinaciones de profundidades de píxel que componen las imágenes que salen por nuestras pantallas es lo que nosotros llamamos «número 8».
Multipliquemos los captchas que salen cada día por los días que lleva Google dominando Internet (¡Y los que quedan!). Y ahora añadamos fotos distintas en el captcha: ¿a que os ha saltado alguno pidiendo que digáis cuáles de las siguientes fotos son tiendas? A Google o a la empresa del captcha que le venda los datos a Google le trae sin cuidado que aciertes o no, pero hagas lo que hagas los datos se registran para, llegado el momento, obtener conclusiones.
¿Y quién sino Google podría tener recursos para obtener estas conclusiones? En definitiva: está aprendiendo a leer imágenes, que ahora tira de la etiqueta ALT y los SEO se lo ponemos difícil contando mentirijillas.
¿Y todo esto por qué hace imprescindibles a los redactores?
Con todo este aprendizaje, Google se encamina hacia el entendimiento total. Llegará un momento en el que cogerá una web y sabrá analizarla de arriba a abajo. Sabrá qué está mal escrito, por qué una imagen está ahí, qué quiere decir el texto y si este está escrito para un fin distinto al de satisfacer las consultas de los que llegan a la página a través del buscador.
Cuando llegue ese momento, el mejor mensaje será el ganador. Dos páginas podrán ofrecer una respuesta cuyo fondo sea igual de válido, pero la que tenga el mejor contenido será la que gane a la otra, aunque esta segunda esté muy bien optimizada. Entendamos mejor contenido como el mejor presentado y focalizado en satisfacer la consulta.
Jorge
24 marzo 2021 at 08:34Hola
Y si la intelgencia artificial termina reemplazando a los redactores?
Saludos.
Roger Garcia - Redactor Freelance
24 marzo 2021 at 09:30Hola Jorge:
Esa posibilidad la comentamos en este artículo:
https://www.redactorfreelance.com/software-escribir-como-redactor/
En mi opinión, el software acabará sustituyendo a los redactores humanos en textos sencillos como descripciones de productos para e-commerce o textos SEO, por lo que tendremos que centrarnos en textos de mayor valor añadido.
Saludos