En la era audiovisual, el texto es el rey

Resulta curioso observar que, en una época protagonizada por las tecnologías audiovisuales, escribimos más que en ningún momento anterior de la historia. ¡En Internet, el texto es el rey y eso es bueno para los redactores de contenidos como nosotros!

El ejemplo más claro es Internet: actualmente existen más de 240 millones de webs en todo el mundo; en 2006 eran 100 millones, en 2004 «sólo» había 50 millones. Probablemente mientras lees este post se habrán añadido unas cuantas más…

Todas estas webs contienen fotos, vídeos y, lógicamente, texto. Las empresas crean sitios webs, landing pages, minisites, etc. Todas llenas de texto. Los usuarios generan páginas personales, blogs, escriben en foros, chatean, «twittean», colaboran con las wikis y mantienen páginas personales donde escriben lo que han hecho el fin de semana… Más texto.

Otro capítulo aparte son los correos electrónicos. No he logrado encontrar estadísticas actualizadas de cuántos e-mails se envían en el mundo cada día, pero en 2006 ya había más de 500 millones de cuentas de correo y se enviaban unos 31.000 millones de mensajes al día (quitándole entre un 60-80% de spam, aún quedan unos cuantos millones de mensajes que implican que alguien se sentó en algún momento a pensar y escribir lo que quería comunicar).

Si nos salimos de Internet, el texto nos asalta en todos los frentes. En las oficinas, en los hogares, en los centros de estudio, se imprimen más documentos que nunca. La predicción de que la pantalla sustituiría al papel resultó ser falsa: en más del 80% de las oficinas españolas se imprime igual o más que hace dos años y las ventas de impresoras siguen creciendo en todo el mundo a pesar de la crisis. ¿Para qué queremos tanta impresora? Pues principalmente para imprimir, presentar, revisar y leer más cómodamente los textos que generamos.

También aumenta la lectura de prensa y de libros

A pesar de que se vaticina el fin de la prensa tradicional, en España hay ahora más periódicos que hace diez años. Han aparecido nuevas cabeceras, siguen proliferando los diarios locales y surgieron unos diarios gratuitos que llegaron a tirar millones de ejemplares cada día (en ambos sentidos de la palabra, aunque ahora el panorama ha cambiado radicalmente).

También el número de publicaciones impresas se ha multiplicado: además de las tradicionales revistas dedicadas a todo tipo de temas, muchas empresas imprimen y distribuyen sus propias revistas para clientes, boletines, etc. ¡Texto, texto, texto!

En cuanto a los libros, nunca se han visto tiradas tan exageradamente altas, aunque se concentren en un número reducido de títulos de moda y la mayoría acaben amontonados en las estanterías sin que su comprador se digne a leerlos… Pero son textos al fin y al cabo. También proliferan las editoriales pequeñas e incluso los autores que se auto-editan sus propias obras.

Finalmente, la impresión digital ha provocado asimismo que se dispare el número de folletos que se imprime para distribuir en las tiendas, mediante buzoneo, en la calle… ¡Nos bombardean con textos y más textos para vender!

¿Quién escribe todos estos textos?

Éstos son algunos de los datos que doy a los conocidos cuando me preguntan si realmente hay mercado para lo que yo hago. Intento hacerles comprender que vivimos rodeados de textos. Por lo tanto, sí que hay mercado para un redactor profesional… y para varios miles.

Y es que el principal problema de esta auténtica Edad de Oro del texto es la baja calidad de los contenidos que se generan. No hay más que zambullirse en Internet con ojo crítico para constatar que la inmensa mayoría de las páginas web y blogs que se editan tiene una redacción pésima. Luego pasa lo que pasa: la gente que visita estas páginas no vuelve, los posibles compradores no confían en la seguridad de una web plagada de errores y casi todos los blogs dejan de actualizarse al segundo mes porque escribir, además de ser más complicado de lo que parece, cuesta tiempo y trabajo.

También es frecuente recibir folletos y cartas con faltas de ortografía o, como mínimo, una expresión tan pobre que realmente cuesta entender lo que nos quieren vender. Es ya toda una tradición el prospecto o catálogo con erratas garrafales (incluso en los precios) que provoca un enorme malentendido con los clientes y acaba afectando a la imagen de la empresa. Ni siquiera las administraciones públicas escapan a esta plaga de dejadez.

Incluso en los periódicos parece haberse relajado la exigencia de calidad y es frecuente encontrar erratas en diarios de tanto prestigio como La Vanguardia. No hablemos ya de las televisiones, donde políticos y reporteros cada vez más ignorantes y apresurados sueltan burradas tales como «crecimiento negativo» o «desaceleración acelerada» y se quedan tan tranquilos. Lo mismo pasa en los e-mails que se envían en privado, en los que parece que todo vale con tal de ir deprisa.

¿Qué podemos hacer ante esta situación?

Pues confiar en los profesionales, en los redactores y redactoras que han recibido una formación específica para aprender a comunicar correctamente, ya sea por escrito o en los medios audiovisuales. Son los verdaderos expertos en textos.

Existen miles de profesionales en España y otros países capaces de redactar textos de calidad adaptados a las necesidades de los clientes y por un coste mucho más asequible de lo que imaginan las empresas y editores que prefieren perpetrar los desaguisados que se ven por ahí.

¿Verdad que cuando tenemos que instalar un punto de luz el Gerente no se trae la caja de herramientas y se pone a excavar una regata? Pues entonces, ¿porqué la página web la escribe un secretari@, el texto del folleto se confía al técnico, las cartas comerciales las redacta el contable?

Zapatero a tus zapatos, y nunca mejor dicho. La próxima vez que necesites redactar un texto, busca un profesional. No tardarás más que unos minutos a localizar a un experto en Internet o en un directorio especializado. Y notarás la diferencia en los resultados. ¡Seguro!

¿Estás de acuerdo en que el texto es el rey en la comunicación actual?

Comentarios

  • Anónimo
    11 agosto 2010 at 07:51

    Hola Anilina:

    gracias por tu mensaje.

    Supongo que te refieres a la tarifa que se cobra por una entrega rápida, en ese caso "rush fee" = "tarifa de urgencia", al menos en España.

    En este tipo de encargos, yo suelo añadir un recargo del 25% sobre la tarifa ordinaria, que puede llegar al 50% cuando me piden cosas "imposibles" (como redactar una web en un fin de semana).

    Espero que te sirva.

    Saludos,

    Roger Garcia
    redactorfreelance.es

  • AnilinA
    11 agosto 2010 at 03:23

    Saludos. Tengo dos dudas: ¿Cómo se dice rush fee en español? Y si puedes explicarme cómo calculas esta tarifa te lo agradeceré…

    Att.
    AnilinA

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