Las tarifas de los redactores freelance no se fijan por capricho ni como punto de partida para una negociación. Son el precio justo que cobramos por un servicio que no consiste simplemente en teclear 5 minutos delante del ordenador, sino que implica muchas más cosas. Para explicarlo, pongo como ejemplo un encargo típico: escribir un artículo para blog de 500 palabras. Vamos a ver todos los pasos que un redactor debe dar para hacer el trabajo.
En un mundo ideal, me mandarías un briefing detallado indicando el tema del artículo, enfoque y tono deseado, aspectos a destacar, enlaces a incluir, palabras clave, etc. En el mundo real, lo más probable es que simplemente me digas «Necesito un artículo de 500 palabras sobre diseño sostenible. Me corre prisa. ¿Puedes encargarte? Dime precio y plazo».
Si es la primera vez que trabajamos junto, después de leer tu mensaje tendré que buscar tu empresa en Internet, ver si tienes blog, cuál es tu relación con el diseño sostenible, etc.
A partir de ahí, podré preparar una propuesta de artículo, sugerir el enfoque que le puedo dar (intentando no repetirme con otros contenidos similares que tengas publicados), y proponer un título provisional e incluso una entradilla para que entiendas por donde quiero ir.
En mi respuesta también te indicaré el precio y las condiciones para la contratación del servicio.
Si todo ha ido bien y mi propuesta te ha encajado, ahora tengo que dedicar un rato a buscar información en Internet sobre el tema del artículo. Aunque sea un redactor versátil habituado a tratar todo tipo de temas, no es lo mismo escribir sobre diseño sostenible que, por ejemplo, sobre cómo debe ser un e-commerce para tener éxito.
Tendré que leer artículos sobre el tema, buscar estudios de los que pueda sacar datos, anotar algunos enlaces interesantes, etc.
Ponerse a escribir sin un plan es como salir de viaje sin mapa: no sabes dónde puedes acabar. Como redactor profesional, antes de ponerme a teclear, tengo que definir la estructura que tendrá el artículo: título, subtítulo, entradilla, desarrollo, conclusión, etc.
Incluso es posible que decida hacer un mapa mental para conectar mejor los diferentes elementos y conseguir un artículo de calidad, que tenga sentido y cuya lectura fluya desde el principio hasta el final.
Antes de pedirme un descuento en mis tarifas de redactor freelance, mira todo lo que tengo que hacer para poder entregarte un artículo de calidad. ¿De verdad te parece caro?
Ahora sí me puedo poner a escribir. Si he hecho correctamente los pasos anteriores, la redacción fluirá con naturalidad y el artículo irá tomando forma. Pero también puede ocurrir que me atasque al llegar a un determinado punto, que me dé cuenta de que la cosa no funciona y tenga que improvisar, buscar otros enfoques, investigar nuevos datos… La redacción es como ir a urgencias del hospital: sabes cuando entras, pero no cuando sales.
Lo que más tiempo requiere siempre es el titular/entradilla, que debe captar la atención del lector e invitarle a seguir leyendo; y el cierre, que debe concluir el artículo de forma inequívoca y al mismo tiempo evitar que el lector se marche a otra página cuando acabe la lectura.
A menos que vivas en el siglo XIX, seguramente querrás que tu artículo esté optimizado para el posicionamiento en buscadores (SEO) y para la conversión. Esto significa que tendré que añadir las etiquetas correspondientes de título, descripción, slug y palabras clave.
Deberé pasar el texto por una herramienta como Yoast y pelearme para conseguir que la palabra clave figure en el título, que aparezca en los subtítulos, que tenga la densidad adecuada, etc.
Además tengo que asegurarme de que el texto contenga algunos enlaces externos e internos de calidad, que no sean de tu competencia, y que incorpore también una llamada a la acción clara pero no excesivamente explícita, que invite al lector a visitar tu web, comprar, etc.
Ahora llega la parte menos conocida y valorada del trabajo de un redactor: la revisión y corrección del texto. No se trata solo de pasar el corrector ortográfico para ver si contiene alguna falta o error: al menos en mi caso, necesito releer el artículo un par de veces para acabar de pulir las frases, mejorar los conectores, buscar sinónimos para no repetir palabras…
También es necesario revisar la estructura del texto: vigilar que los párrafos no sean demasiado largos, que las diferentes partes del artículo no estén desproporcionadas, añadir titulillos o ladillos para identificar los diferentes bloques, revisar el uso de negritas, subrayados, colores y otros recursos estilísticos, etc. ¡La forma importa igual que el contenido!
En función de lo que hayamos acordado, tengo que encontrar una imagen libre de derechos o proponerte una imagen con derechos de autor que sea adecuada para el texto. Existen muchos bancos de fotos gratuitos, pero no siempre resulta sencillo encontrar una imagen adecuada y que no haya sido utilizada por otros blogs en multitud de artículos similares.
Llega el momento de la entrega y tengo que enviarte un bonito mensaje adjuntando el texto, la imagen y defendiendo el enfoque que le he dado al artículo y las opciones que he elegido. Luego tendré que estar pendiente de que me confirmes que te ha llegado y que lo revisarás.
Si está habituado a trabajar con redactores, me pasarás una versión del texto con comentarios o revisiones en el modo de cambios del procesador de textos, con lo que sabré exactamente qué es lo que te gusta y qué es lo que quieres que cambie.
Si no es así, puede que me mandes un PDF con tus comentarios, o incluso una hoja impresa, comentada a mano y escaneada, con lo que tendré que descifrar tu letra.
También es posible que me mandes unos comentarios genéricos en el correo electrónico, del tipo: «Es un buen punto de partida, pero nos gustaría un poco más de originalidad y que tenga más engagement. ¿Puedes darle una vuelta?».
Si he hecho bien el trabajo preliminar, el artículo no debería requerir muchos cambios. Pero si es la primera vez que trabajamos juntos, seguramente tendré que mandarte varias versiones hasta conseguir un texto que se ajuste exactamente a lo que esperas cuando me contrataste.
Es posible que hayamos acordado que yo me tengo que encargar de subir el artículo a tu blog. A ver, no es algo que me disguste: más de una vez he tenido que ver cómo un buen artículo quedaba arruinado por subirlo sin demasiado cuidado al blog del cliente, omitir los enlaces, las negritas y otros aspectos del formato del texto, etc. Pero claro, eso requiere tiempo adicional.
Llega el momento de facturar el trabajo, o la parte que quede del mismo si hemos acordado un pago inicial a cuenta. Emitir facturas no es complicado, pero debo tener cuidado para seguir la numeración consecutiva, que el PDF quede correctamente cuadrado, y enviártela en otro mensaje con las instrucciones de pago y recordando amablemente el plazo de pago acordado. Igual en lugar de mandártela a ti, tengo que mandarla a administración, o con copia a ambos.
Si trabajas en una empresa grande, previamente tendré que solicitar una orden de compra o de pago. Incluso es posible que tengas una plataforma para que los proveedores envíen las facturas de forma electrónica, en la que tendré que registrarme y entender cómo funciona para subir la factura.
En un mundo ideal, las facturas de los proveedores se pagarían al momento o en los 30 días preceptivos que establece la ley. También sería genial que en el concepto de la transferencia me indicaras el número de la factura a la que corresponde el pago.
En el mundo real, es posible que tu empresa pague a 45, 60, 90 días o cuando le dé la gana. Y por supuesto, no pondrá nada en el concepto, o algo genérico tipo «Pago factura». De modo que tendré que estar pendiente de mis cuentas y averiguar a qué factura corresponde el pago que he recibido de una empresa cuyo nombre además puede que no coincida con la marca con la que trabajas.
En fin, como puedes ver, escribir un artículo requiere muchos más pasos que simplemente ponerse a teclear. Mis tarifas de redacción están cuidadosamente calculadas para incluir todo este trabajo, además de los costes fijos como mi cuota de autónomos, conexión a Internet, licencias de los programas que utilizo, etc.
Si me pides un descuento, ¿por dónde quieres que recorte? ¿Prefieres que dedique menos tiempo a documentarme? ¿Qué te mande un texto sin revisar? ¿Que no incluya ningún enlace ni lo optimice para SEO?
Entonces, seguramente el resultado no será el que esperabas y ni tú ni yo quedaremos contentos con la colaboración.
Nota: este artículo se inspira en el post ¿Por qué los traductores cobran una tarifa mínima?
¿Te suelen pedir descuentos tus clientes? ¿Qué les respondes?
Soy periodista, redactor freelance y bloguero desde 2006. Escribo para otros porque quiero comprar tiempo para escribir para mí. Además, enseño a otros freelance cómo ganar dinero trabajando por su cuenta en RedactorFreelance.com y mediante mi ebook «Guía del Redactor Freelance». ¡Si quieres hablar, contacta!
Redactor Freelance
24 mayo 2019 at 08:36En mi caso normalmente planteo una serie de preguntas por correo electrónico al cliente. Me consta que otros redactores disponen de un cuestionario tipo briefing para recopilar la información necesaria para el trabajo.
Sí es cierto que a muchos clientes les cuesta completar esta información o explicar exactamente lo que necesitan. Sin embargo, si les explicas que esto es preciso para poder hacer un trabajo satisfactorio no debería haber ningún problema. ¡Saludos!
Viridiana Gómez
23 mayo 2019 at 17:53¿Sueles pedir un briefing detallado cuando el cliente no te lo otorga por cuenta propia como en el mundo ideal? Veo que se espera que el cliente sea el que lo proporcione, pero ¿y sí se lo pedimos? Algo así como tener un borrador listo que el cliente pueda llenar con los datos requeridos, que a fin de cuentas no sólo me facilita a mí el trabajo, sino que el cliente se puede asegurar de recibir el trabajo de calidad justo para lo que su empresa/web necesita. ¿O es mucho pedir? ¿el cliente lo puede ver como "es tu trabajo, no el mío"?
Redactor Freelance
22 mayo 2019 at 07:22Para evitar estos problemas, con los nuevos clientes siempre pido un 50 % del precio por adelantado. Y aún así, en el último año me he quedado sin cobrar parte de un par de trabajos. Por lo que de ahora en adelante, me parece que pediré el 100 % de antemano.
Viajaynotepierdasnada
21 mayo 2019 at 20:25Muy buen post.
Este trabajo es uno de los peores reconocidos que conozco.
Y a todo lo que dices,hay que añadir que te pague realmente.
En caso contrario,hay que contactar con el cliente más el cabreo que te llevas.
Un saludo.
Redactor Freelance
21 mayo 2019 at 12:17Miguel, quien no conozca nuestro trabajo seguramente solo valorará el tiempo dedicado a teclear para redactar el artículo. Pero antes de ponerse a teclear hay que hacer otros muchos pasos o sino el resultado será un texto decepcionante que los lectores no valorarán. ¡Un abrazo!
Redactor Freelance
21 mayo 2019 at 12:17Alexander, parece que es una tarea educativa que va implícita con nuestro trabajo y tampoco la cobramos…
Redactor Freelance
21 mayo 2019 at 12:17¡Me encanta la idea María Jesús! Estaría genial crear una lista de comprobación para anotar el tiempo exacto dedicado a cada una de estas tareas.
En cuanto a las tarifas, depende mucho de dónde estés, tu preparación y experiencia, etc. Pero para que te hagas una idea según una encuesta que hice hace tiempo, la media del sector está en unos 10 euros por 300 palabras (lo cual me parece poco). ¡Saludos!