-¿Es usted la trabajadora? Tengo que hacerle unas preguntas.
Aunque la inspectora no me dice nada, salgo de la habitación porque entiendo que una trabajadora puede sentirse coaccionada si la entrevistan delante de su jefe. Al cabo de un rato me llaman, sale la empleada y me toca a mí pasar por el interrogatorio:
-¿Ustedes a qué se dedican?
-Bueno, pues soy redactor freeelance…
-¿Y eso qué es? No entiendo.
-Escribo textos para otras empresas. Folletos, catálogos, páginas web, artículos para blog…
La inspectora pone la misma cara que mi familia y amigos cuando les explico a qué me dedico (como diciendo «¿y te pagan por eso»?).
-Pero esta empresa figura como Agencia de Publicidad.
-Verá, es que no existe un epígrafe específico para lo que hacemos.
-Entiendo (toma nota).
Seguimos con el interrogatorio:
-¿Su empleada tiene contrato?
-¿Le paga una nómina cada mes?
-¿Trabaja según un horario?
-¿Vive aquí?
-¿Las zapatillas son suyas o de empresa?
-Etc.
Mis respuestas: sí a todo excepto a si vive aquí o no, porque eso a la Seguridad Social no le concierne. Sí, tiene contrato. Cobra el salario mínimo. Tiene un horario de trabajo (aunque a veces sea flexible). No está empadronada aquí. No estamos casados ni somos pareja de hecho. Lo que seamos es algo que solo nos concierne a ella y a mí.
Me ofrezco a enseñarle el contrato, nóminas, recibos de seguros sociales, etc. Me dice que no hace falta, pero me pregunta si tengo libro de visitas.
-¿Libro de visitas?
-Sí, es un libro pequeño de color rojo.
-Pues no me suena, pero tendría que preguntar a mi gestor.
-¿No le suena? ¿No lo tendrá por ahí?
Contribuyente cansado de España y a punto de irse a Portugal.
17 octubre 2020 at 17:39Me solidarizo contigo Roger.
Recientemente los mismos técnicos de Hacienda han reconocido que el gran fraude se produce en grandes empresas.
Que se dedica al 80% del personal a combatir el 10% del fraude.
Y así seguirá siendo, España está para irse a facturar a Portugal y listo.
Y lo de las encuestas del INE curiosamente van a parar a los mismos siempre… Que casualidad…
Saludos.
Redactor Freelance
30 agosto 2018 at 10:53¡Vaya, me gustaría saber cuántas inspecciones de estas reciben empresas como Indra!
Muchas gracias por contar tu experiencia. La capacidad de la burocracia para complicar la vida a los autónomos nunca dejará de sorprenderme.
¡Saludos!
Kepa Ríos Alday
30 agosto 2018 at 00:10Hola Roger, muchas gracias por tu artículo. A mí me pasó exactamente lo mismo: Diez años trabajando en Indra, haciendo horas extra sin cobrarlas (yo y otros cientos de empleados de mi sección) y ni una inspección de trabajo, nada, ni si quiera para preguntarles algunas cosas a los trabajadores y que se pudieran sentir amparados por el ministerio. Y además me consta que en treinta años nunca han hecho ninguna inspección en dicha sección de la empresa.
Pues cuando decido ponerme como autónomo a ganarme la vida dando clases en mi casa, a los pocos meses aparece una inspectora como en tu caso. Yo estaba dando clase cuando llegó y como yo mismo atiendo la recepción (es un centro humilde), tuve que parar de dar clase para atenderla lo cual evidenció aún más la humildad de mi centro haciendo que los alumnos se fuesen con cierta vergüenza ajena (la humildad es motivo de vergüenza, sí). Ahh! y a mí también me pidió el librito ese de visitas de mierda que tampoco yo lo tenía y me hizo perder aún otro día de trabajo en ir a comprarlo, llevarlo a sellar y presentárselo.
Después me asesoré y me informaron que podía haberme negado a atenderla ya que estaba trabajando, pero claro, imagínate el susto y yo soy profesor de ciencias, de informática… a mí me dijo que me venía a hacer una inspección y me impresionó mucho. No tengo ni idea de esas cosas y ni se me pasa por la cabeza obstaculizar a una autoridad que viene a inspeccionar mi trabajo. Después ya me explicaron que no venía a inspeccionar mi trabajo si no a buscar dinero. Venía como un buitre al olor de la carroña; al olor del autónomo, al olor de la indefensión de la persona laboriosa y humilde que no cuenta con abogados para recibir a los inspectores. Y, como la ley es igual para todos, te tratan igual que a una gran empresa, es decir, como si ya supieras perfectamente todos tus derechos, todas las legislaciones aplicables, no te informan de nada, no te ayudan para nada… Vienen como enemigos de uno, como esperando alguien a la defensiva, y esperando que cometas algún error para crujirte bien a gusto. Ya digo, como hienas al olor de la carroña.
La película El Verdugo, de Luis García Berlanga recrea, en tono de comedia, el proceso de cómo el estado consigue transformar a un trabajador y hombre sencillo, en un cruel esbirro sin corazón. Es la película más triste que he visto y a la vez una de las que más me han hecho reír. En eso consiste el humor negro. También me ayudó a mirar a estos inspectores con cierta piedad.
Anónimo
14 diciembre 2016 at 13:21¿Sabeis que es esto? Una conversación de bar, sin ningún fundamento. Hablar por hablar. Podeis eternizaros discutiendo hasta el infinito. Pero quizás deberíais aprender antes unas nociones básicas sobre esto. Estais mezclando constantemente el tema Seguridad Social, Hacienda… cuando no tiene absolutamente nada que ver. Os recomiendo que os informeis para que podais opinar con un poco de criterio.
Por otra parte (y no soy funcionario) el que dice por ahí que los funcionarios son una panda de vagos sin niguna cualificación… se retrata en su ignorancia. Es como decir que todos los autónomos son unos defraudadores (porque haya algunos que defrauden). Porque un día hayas ido a realizar un trámite y te haya tocado el vago de la oficina (como habrá en cualquier trabajo), no querrá decir que sean todos iguales.
Por no mencionar la enorme ignorancia de pensar en la no cualificación de los funcionarios. Para empezar, cualquier oposición es una prueba muy dura, incluso las que no requieren cualificación. Pero es algo que está al acceso de todos. Si tan maravilloso es, os recomiendo adentraros en ese mundo.
Por otra parte, sobre la cualificación… Un juez, un fiscal, un inspector de Hacienda o de Trabajo, un registrador de la propiedad o un notario… entran también en esa categoría de vagos sin cualificar que mencionais entiendo, no?
Cuánta ignorancia. De verdad. A veces da mucha pena ver estas guerras ridículas. Los autónomos sufren unas condiciones difíciles en muchos casos. ¿Pero las leyes que se os aplican quién las crea? ¿El gobierno o los funcionarios? A ver si aprendemos a centrar los problemas. El de al lado, que a vuestro juicio (muchas veces erróneo, por puro desconocimiento del sistema) "vive mejor" que vosotros, ¿tiene la culpa? Pues preparad unas oposiciones. Somos un pais de envidiosos en el que parece que todos queremos tener las ventajas de todos los colectivos SIN esfuerzo y en el que, cuando nos vemos perjudicados, en vez de quejarnos donde debemos, insultamos al de al lado que según nuestra visión sesgada, vive mejor que nosotros.
No me refiero al autor del artículo, con quien podré estar de acuerdo o no, pero que ha sido en todo caso respetuoso.
Nos falta educación y empatía. Pero sobre todo, nos sobra mucho odio.
Anónimo
13 diciembre 2016 at 01:57Entiendo que los autónomos estén hartos de muchas cosas, eso es algo que creo que lo entiende todo el mundo. Pero no entiendo para nada el argumento de "que vayan a las empresas grandes y luego vengan a las pequeñas". ¿Sólo tienen derecho a estar protegidos y a que se defiendan sus derechos los trabajadores de las empresas grandes? Porque tú has dicho que tenías todo en regla y no lo pongo en duda, ¿pero cuántos hay que no hacen las cosas como deberían? ¿Que tienen trabajadores muchas más horas de las que deberían? Por el simple hecho de trabajar en un centro que coincide con un domicilio particular, ¿no tienen derecho a que se vele por sus derechos? ¿Cuántas empleadas de hogar hay trabajando sin dar de alta?
Es comprensible que estas situaciones incomoden, pero creo que el artículo no deja de ser una perreta. Con todo el respeto. El clásico "que vayan a otros y estará bien, a mí que me dejen tranquilo, que bastante tengo con lo mío".
Dicho esto, para que un funcionario de la inspección de trabajo pueda entrar en tu domicilio, necesita bien tu consentimiento expreso, bien una autorización judicial. Entiendo, leyendo tu historia, que le das tu consentimiento en el momento en que la dejas pasar.
Y, efectivamente, la ley de apoyo a emprendedores, de 2013, eliminó la obligación de tener un libro de visitas en el centro de trabajo. Así que no hay problema porque no lo tengas.